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Este es un blog educativo con consignas sobre Lengua y Literatura del Ipem nº 12. Administradora del blog: Profesora Mariana C.Valle. Docente de Lengua de nivel medio, profesora adscripta de la UNC, Doctoranda en Letras y escritora de textos infantiles. Contactos: arltiana@hotmail.com

domingo, 22 de marzo de 2015

Ejercicios, unidad "Poesía"





Poldy Bird
1. Lee los poemas  y cartas de Poldy Bird Seleccionados y luego resuelve:

A- Extrae al menos tres metáforas de las obras citadas.
B- Señala al menos un ejemplo de cada recurso: comparación, metonimia, aliteración, imágenes sensoriales.
C- ¿Cuál es el estado de animo de la autora en las obras citadas? En la carta de Poldy Bird, describe al destinatario de la misma según las palabras de la autora.
D. ¿Porqué dice que "es sólo una mujer tonta que escribe cartas de amor"?
E- Relaciona la soledad y la presencia constante de la muerte en sus relatos con la biografía de la autora citada abajo.

Nacida en Paraná, provincia de Entre Ríos, lleva el mismo nombre de su madre. Su padre fue Enrique Bird Mosconi (sobrino del General Mosconi). Cuando tenía 45 días de edad su familia se mudó a Buenos Aires. Quedó huérfana de madre a los 8 años:
Dicen que mi mamá corrió el tren y que se fue para abajo y golpeó con la
cabeza en el andén. No sé si murió por el golpe o por el tren. Al día siguiente nos dijeron: "Mamita se fue al cielo". Y yo me enojé un montón. Dije: "¿Cómo hace eso si tiene tres hijas que la están esperando?". No la vi muerta. ¿Querés que te diga? Agradezco. Yo no me la acuerdo a mi mamá muerta. Después de eso nunca más nadie me arropó, ni... Ni ninguna de todas esas cosas. Mi mamá también era huérfana: mi abuela había muerto en un accidente de auto cuando mi mamá tenía 11 años.1
Con 16 años publicó un poema en el diario La Prensa, y otras colaboraciones en revistas como Maribel o Vosotras. Se casó con Martín Renaud, a quien había conocido a los 17 años, y a los 20 tuvo su primera hija, Verónica. Allí comenzó a escribir la obra que la hiciera famosa, su libro Cuentos para Verónica se editó en 1969, y se convirtió en un éxito. En 1971 publicó Cuentos para leer sin rímmel. Entre estos dos libros se vendieron, a los largo de los años y las sucesivas ediciones, aproximadamente 3.600.000 ejemplares.1
En 1975 dejó de trabajar como directora de la revista Vosotras y se dedicó junto a su marido a la creación de una editorial. Así nacería Orión, donde se publicaron sus libros y también otros escritores conocidos como Katherine Mansfield, Arnaldo Rascovsky, Antonio di Benedetto y Silvina Ocampo. En 1977 su marido fallece de un infarto.1
En 1980 el cuento "Mamá de niebla" fue llevado al cine con el título "Días de ilusión", dirigida por Fernando Ayala y protagonizada por Andrea del Boca.2
Continúa escribiendo libros y colaboraciones en varios medios gráficos. En el año 2001 cierra la editorial debido a la crisis económica. El 25 de octubre de 2008 fallece su hija, Verónica Renaud, de un ataque cerebral.1 3

Historia de un amor exagerado de Graciela Montes
Y empezó (la historia) en día jueves y en la segunda hora, en el preciso momento en que Santiago Berón, el más  petiso, vio entrar por la puerta del aula de tercer año a Teresita Yoon, la nueva. A partir del recreo de las diez,Teresita  Yoon, la nueva, también empezaría a llamarse Teresita Yoon, la china, pero, para decir verdad, era coreana.
Teresita Yoon, la nueva, era linda. O, por lo menos, linda lo que se dice linda le pareció a Santiago cuando la vio entrar con el delantal muy blanco y el pelo muy negro por la puerta del aula.
 Tenía mejillas redondas como bizcochos tostados, ojos largos como hojas de laurel salvaje y una sonrisa tan pero tan sonrisa [...].
Teresita Yoon,la nueva,  entró un poco asustada, mirando tímidamente a todos con sus ojos de laurel salvaje.
—¡Adelante! —dijo la señorita [...].
Entonces,Teresita Yoon hizo una pequeña reverencia y dijo como quien canta:
—An nienj.
Y ahí estalló la primera carcajada. Una sola [...], y después un montón de carcajadas.
—¿Qué decís? —chilló Gualberto.
—¿En qué hablás? —rugió Damián.Y se oyeron los cuchicheos y las risitas de dos chicas de por ahí cerca [...].
A Teresita Yoon los bizcochos se le pusieron rosados y las hojas de laurel salvaje se le llenaron de agua.
La señorita [...] se dio cuenta de que ya era tiempo de dejar la tiza y de acercarse a Teresita.
Le rodeó los hombros con el brazo, miró muy enojada hacia el rincón de las carcajadas y dijo:
—Teresita Yoon es coreana y nos saludó como se saludan todos en Corea. Ahora se va a quedar a vivir acá y va a aprender a saludar como nosotros.
La señorita sabía mucho de esas cosas porque tenía un novio italiano.
Mientras la señorita de Ciencias hablaba, Santiago sentía que le pasaban cosas, cosas de esas que pasan por adentro. Para empezar, no podía dejar de mirar a Teresita, como si tuviese los ojos pegados a la cara de ella. Y además, sentía que todo le corría a lo loco por el cuerpo. El corazón le batía como una ametralladora. Las palmas de las manos se le iban poniendo rojas y calientes. Le zumbaban los oídos. Le latían los labios. Y le venían las ganas. Ganas de saltar sobre Darío y sobre Gualberto y sobre damián y sobre las bobas del tercer banco como saltan los tigres sobre los conejos. Ganas de ser grande, fuerte, feroz y alto, sobre todo alto. Ganas de tener un gran vozarrón de esos que asustan. Ganas de obligar a todos, uno por uno, a pedirle perdón a Teresita Yoon con lágrimas y de rodillas… “¡Qué bárbaro!”, pensarán ustedes, pero Santiago era así: cuando le venían las ganas era muy exagerado. Cuando le venían las ganas era como si el cuerpo le quedara chico.

Pero Santiago no saltó como saltan los tigres sobre los conejos, no rugió con vozarrón que asusta y no obligó a nadie a hacer nada. Porque Santiago tenía más ganas que nadie pero también era el más petiso, el primero de la fila desde siempre, y Dario, por ejemplo, le llevaba una cabeza.

Pero, eso sí, miró. Miró como sólo sabía mirar Santiago cuando le venían las ganas. Y se ve que no era una mirada cualquiera porque Teresita levantó sus ojos de laurel salvaje y lo miró a Santiago. Y después le sonrió (y a Santiago se le inundó el cuerpo con una especie de leche tibia) y él también sonrió. Le sonrió a Teresita una sonrisa de veras grande.

Y bueno, ya está, ahí empezó la historia.



Graciela Montes
Buenos Aires, Colihue, 1997 (fragmento).

2. Sobre el cuento de Graciela Montes:
A. ¿Qué recursos poéticos usa la autora- Graciela Montes- para referirse al "amor exagerado" que Santiago siente por Teresita Yoon?
B- ¿Por qué para la narradora el amor de Santiago es exagerado?
C- ¿Por qué Santiago no se anima a enfrentar a sus compañeros?
D- ¿Qué harías en el lugar de Santiago si alguien de tu clase maltrata a alguien que te gusta?

3. Sobre los poemas:
A. ¿De qué manera se eleva la figura de la mujer y del hombre amado en estos poemas?
B ¿Qué diferencias encuentras con otros poemas que escuhas a diario?
C- En el primer poema, ¿por qué el personaje prefiere ser un gato a atreverse a ser él mismo?
D- Observa esta canción del cantautor cordobés Faras y explica las metáforas:
"ustedes dos, cauces del mismo río"
"dos mitades de un latido"
" en las mieles del sol, fundidos"
"enlunados de amor y tan unidos"

"Ustedes dos, pareja,
compromiso amando en el sentido del sentido.
Disfrutando el lecho del abismo
de, para siempre, haberse elegido.
Ustedes dos mitades de un latido,
ser incondicionales y asumirlo.
Beber del mismo amor hasta el delirio
y la mitad de cada uno en el martirio.
Ustedes dos cauces del mismo rio en las mieles del sol
y en él fundidos.
Enlunados de amor y tan unidos
por hallar, en el otro, lo distinto..."

Si fuera un gato,
por tu tejado
me alunaría,
enamorado.
Y trenzaría
mimbres de luna
para amarrarme
junto a tu cuna.
A tus pies
siempre
ronronearía;
mi golpe de ala,
niñita mía.
Si fuera un gato
desenfadado
y no un chiquillo
avergonzado.
Si fuera un gato
cascabelero
te maullaría
cuánto te quiero.
Elsa Bornemann (Argentina)
Tomado de El libro de los chicos enamorados, 1977.

¿Me haces un favor?
—¿Me haces un favor?
—¿Qué clase de favor?
—¿Quieres tenerme mis avioncitos durante todo el recreo?
—¿Durante todo el recreo?
—Sí, es que tú eres mi cielo.
Jairo Aníbal Niño (Colombia)
Tomado de La alegría de querer, 1986.
Canción de ella y yo
Ella dice: agua.
Ella dice: flor
Yo veo la lluvia.
Yo siento el olor.
Dice ella: candela.
Dice ella: canción.
Yo escucho la música.
Yo palpo el tizón.
Ella dice: alas.
Ella dice: amor.
Yo vuelo a sus brazos:
A su corazón.
David Chericián (Cuba)
Tomado de Manecitas de hombre fuerte, 1989.

4. Sobre las cartas de Kafka:
A. ¿De qué manera Franz Kafka explica a Felice que, si bien la ama, no pueden estar juntos? Extrae algunos ejemplos?
B- ¿Por que Kafka define su estado emocional como ser "un esprector de tu feliz nombre"?
C- ¿Por qué para Kafka hay en su interior "dos seres que se combaten"?, compara esta explicación con la biografía de su autor y sus tormentos personales.

Frank Kafka: Escritor, nacido en República Checa, autor de La Metamorfosis, El Proceso y El Castillo.
Conoció a Felice en 1913, ella vivía en Berlín y él no podía viajar a verla por falta de dinero, por su trabajo opresivo en el cual no existían casi los feriados y los francos y, luego, por su enfermedad (la tuberculosis) que le llevó finalmente la vida. Las cartas a Felice (cientos de ellas) fueron rescatadas por su amigo Max Brod, quien también salvo del fuego mucho de "sus papeles", las mejores novelas de todo el siglo XX y hasta de la literatura universal, según concuerdan muchos críticos literarios.
Todas estas cartas están marcadas por la fatalidad del destino y los sueños postergados. Franz deseaba casarse con Felice y estaba esperando un cierto ahorro de dinero que le permitiera vivir más holgadamente. Kafka era un hombre muy atormentado, con muchos complejos físicos y psicológicos que le impedían aventurarse también a una vida con Felice para quien se pensaba demasiado "pequeño",  "casi diminuto". La relación conflictiva con su padre también quedo plasmada en la célebre "Carta al Padre" con la que el padre del psicoanálisis, Freud, ensayó varios conceptos sobre "disformormismo" y "complejo de inferioridad".


Carta de Franz Kafka
Fräulein Felice!
Te pediré un favor que suena completamente loco, y que yo consideraría como tal si fuera quien recibe la carta. Es también el más grande test al que aún la más amable persona puede ser sometida. Bien, el favor es que me escribas una vez por semana, así tu carta llega el domingo, porque no puedo resistir tus cartas diarias, soy incapaz de resistirlas.
Por ejemplo, yo respondo una de tus cartas, luego estoy acostado, aparentemente en calma, pero mi corazón late a lo largo de mi cuerpo entero y sólo es consciente de ti.
Yo te pertenezco, realmente no hay otra manera de expresarlo, aunque no es suficientemente adecuada. Por esta importante razón no quiero saber qué estás usando; me confunde mucho y no puedo lidiar con mi vida; y por esto es que no quiero saber que tu me tienes cariño. Si lo hice, ¿cómo pude, tonto de mí, permanecer sentado en mi oficina, o aquí en mi casa, en vez de saltar dentro de un tren con los ojos cerrados y abrirlos solamente cuando esté contigo?
Oh, hay una lamentable, triste razón para no hacerlo. Para ser breve: mi salud es apenas suficiente para seguir solo, pero no es buena para casarme, y dejemos a un lado a la paternidad. Aún cuando leo tus cartas, paso por alto hasta lo que no puede serlo.
¡Si sólo tuviera tu respuesta ahora y cuán horriblemente te atormento, y cómo te obligo, en la quietud de tu cuarto, a leer esta carta, tan desagradable como jamás ha estado en tu escritorio! ¡Honestamente, esto me golpea por momentos y quedo preso como un espectro de tu feliz nombre! Si sólo hubiera despachado carta el sábado, en la cual hubiera implorado que jamás me escribieras de nuevo, y en la cual te hubiera hecho una promesa similar.
Oh Señor, qué me impidió enviar esa carta? Todo estará bien. Pero, ¿hay una solución tranquila ahora? ¿Ayudará si nos escribimos una vez a la semana?
No, si mi sufrimiento puede ser curado por algo semejante, quiere decir que no es serio. Y ya preveo que seré incapaz de soportar aún las cartas dominicales. Y así, para compensar por la oportunidad deesperdiciada el sábado, te demando con la energía que me queda, en el final de esta carta: Si valoramos nuestras vidas, permitámonos abandonar todo.
¿Pienso que debo firmar "tuyo" ? No, nada podría ser más falso. No, yo seré siempre esclavo de mí mismo, eso es lo que soy, y debo tratar de vivir con eso.
Franz

Señales de humo
J. A. R.
En El otro proceso de Kafka, el libro donde escudriña la compleja relación entre el escritor y Felice Bauer, Elias Canetti va trazando puentes entre sus cartas y sus obras e intenta, de esa manera, comprender la envergadura de su literatura. “El comportamiento de Kafka durante los tres primeros meses de su intercambio epistolar con Felice fue exactamente lo que él necesitaba”, escribe. “Él sentía lo que le hacía falta: una seguridad lejana, una fuente de fuerza que no trastornara su sensibilidad mediante roces demasiado estrechos; una mujer que estuviera a su disposición sin esperar de él más que palabras, como una especie de transformador cuyos errores técnicos conocía y dominaba hasta el punto de que al instante podía corregirlos con ayuda de una carta”.
Para entender de qué manera Kafka se servía de la escritura para explorar cada vez más dentro, cada vez más al fondo de sí mismo, y cómo procuraba iluminar los rincones más oscuros y las anomalías y los ruidos de su interior, valgan unos cuantos párrafos de algunas de las Cartas a Felice (Nórdica, 2013; traducción de Pablo Sorozábal):
La mejor forma de vida
“Con frecuencia he pensado que la mejor forma de vida para mí consistiría en encerrarme en lo más hondo de una vasta cueva con una lámpara y todo lo necesario para escribir. Me traerían la comida y me la dejarían siempre lejos de donde yo estuviera instalado, detrás de la puerta más exterior de la cueva. Ir a buscarla, en camisón, a través de todas las bóvedas sería mi único paseo. Acto seguido regresaría a mi mesa, comería lenta y concienzudamente, y enseguida me pondría de nuevo a escribir. ¡Lo que sería capaz de escribir entonces! ¡De qué profundidades lo sacaría! ¡Sin esfuerzo! Pues la concentración extrema no sabe lo que es el esfuerzo. Lo único es que quizá no perseverase, y al primer fracaso, tal vez inevitable incluso en tales condiciones, no podría por menos que hundirme en la más grande de las locuras: ¿qué dices a esto, mi amor? ¡No retrocedas ante el habitante de la cueva!”. (Carta del 14 al 15 de enero de 1913)
El estado de confusión
“...¿has conocido alguna vez la incertidumbre? ¿Has visto cómo se abrían aquí y allá para ti solamente, descontando a los demás, diversas posibilidades, y que con ellas surgía una verdadera prohibición de efectuar todo movimiento? ¿Has desesperado alguna vez de ti misma, simplemente desesperado, sin que entrase en tu mente, ni del modo más fugaz, pensar en el otro? ¿Desesperado hasta el extremo de tirarse al suelo y permanecer así más allá de todos los Juicios Universales? (...) ¿Y qué es lo que te sostiene, la idea del judaísmo o la de Dios? ¿Sientes --y esto es lo principal-- vínculos ininterrumpidos entre ti y una altura o profundidad tranquilizadoramente lejana, posiblemente infinita? El que siente tal cosa no se ve en la necesidad de un lado a otro como un perro perdido que, mudo, lanza a su alrededor miradas implorantes (...)”. (Carta del 9 al 10 de febrero de 1913)
Cerca de mí
“Por eso corro en todas direcciones --no deliberadamente, claro está--, como las ardillas locas dan vueltas y más vueltas en la jaula, con el solo fin, mi amor, de retenerte ante mi jaula y saberte cerca de mí, aunque yo no pueda verte. ¿Cuándo te darás cuenta de ello, y una vez que te hayas dado cuenta, cuánto tiempo permanecerás ahí?”. (Carta del 21 al 22 de febrero de 1913)
El futuro
“Por supuesto que no tengo ningún plan, ninguna perspectiva, yo no puedo entrar en el futuro por mis propios pasos; precipitarme en el futuro, rodar en el futuro, tropezar y caer en el futuro, eso sí puedo hacerlo, y lo que mejor soy capaz de hacer es quedarme tumbado”. (Carta del 28 de febrero al 1 de marzo de 1913)
El sacrificio
“No me preguntes sin parar si quiero hacerte mía. El leer estas preguntas es algo que me da una tristeza mortal. Esas son las preguntas que hay en tu carta, pero en cambio no hay una sola palabra, ni una palabrita sobre ti, ni una palabra que diga lo que esperas para ti, ni una palabra que hable de lo que significaría el matrimonio para ti. Todo concuerda, para ti se trata de un sacrificio, no hay nada más que hablar sobre el particular”. (Carta del 21 de marzo de 1914)
Los dos combatientes

“Que en mi interior hay dos seres que combaten, es cosa que ya sabes. Que el mejor de ambos combatientes te pertenece, es algo que en estos últimos días he dudado menos que nunca. Sobre las vicisitudes de la lucha has sido informada a lo largo de cinco años mediante la palabra y el silencio y mediante sus entremezcladuras, por lo general para tu tormento. Caso de que me preguntes si ha habido siempre veracidad, solo te puedo decir que jamás hacia ninguna otra persona me he abstenido tan enérgicamnte de decir mentiras conscientes, o para ser aún m´ñas exacto, más enérgicamente, que hacia ti. Disimulos ha habido algunos, mentiras muy pocas, suponiendo que, de por sí, sea posible eso de que haya ‘muy pocas’ mentiras. Soy un ser mentiroso, de otra manera no sé conservar el equilibrio, mi barca es muy frágil”. (Carta del 30 de septiembre al 1 de octubre de 1917)

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